sábado, 25 de julio de 2015

Hyde Capítulo 02

HYDE


Baal Fausto Aramizaél Kurioz

Chapter 02
Catarsis Total

“El Hombre Nace por el miedo
Y muere por el Miedo...”

Paul Naschy


            El principio del día, obscuridades disimuladas por una falsa e insuficiente sensación de luz, una falsa luz, una falsa y discordante sinfonía de luces y sombras.
            Tamao miraba por la ventana, el cielo gris del amanecer no cambiaba demasiado en su apariencia, las nubes ensombrecían los árboles.
            –Ya es de día... –pensó Tamao apartando las sabanas de su cuerpo.
            El silencio en su habitación la hacia añorar los dorados días del pasado... cuando todos los días escuchaba una voz, sentía una presencia... y podía sentirse acompañada...
            –Buenos días, Nagisa-chan... –murmuraron sus labios temblorosamente.
            Cuarenta y cinco minutos más tarde, Tamao salía de su habitación totalmente arreglada, fresca y lista.
            Bajaba las escaleras cuando se encontró cara a cara con Nagisa acompañada de Shizuma, las dos iban a la vanguardia, bajando los escalones con lentitud, hablando vivamente, mirándose tiernamente, hablando de mil y un cosas... y Tamao deseó haber esperado más para decidir bajar.
            Shizuma notó la presencia de Tamao en el descanso de las escaleras y rememorando su sueño se le quedó mirando de manera extraña.
            Tamao a su vez se le quedó mirando a Shizuma a los ojos, sus miradas emitieron chispas, la mirada casi fiera de Shizuma y la dulce pero retadora mirada de Tamao.
            La estatua de la Virgen Maria las contemplaba con piedad, con recato, como observándolas desde una paralela dimensión ajena a aquella en la que se desarrollaba esta historia, como burlándose de ellas.
            –Buenos días, Tamao Suzumi... –dijo Shizuma queriendo que Nagisa la escuchara.
            –Buenos días, señorita Shizuma Hanazono, buenos días, Nagisa-chan.
            –Buenos días, Tamao-chan... tanto tiempo.
            –Ciertamente...
            La escena se estaba tornando tensa, si no pasaba algo pronto, la tensión podría detonarse como una onda terrible.
            –Nagisa, cariño, ¿Por qué no te quedas un momento a conversar con Suzumi-san? Seguro tendrán demasiadas cosas que decirse.
            Nagisa enrojeció.
            –E-está bien...

            Yaya caminaba por el jardín, eran aburridos los días sin clases para ella, aunque claro, siempre había deberes que hacer. Pero desde que salió del coro, su tiempo le rendía más de lo que deseaba a veces.
            Miraba absorta el cielo azul, su triste paseo la llevó por olvidadas veredas, caminos que le dolían, y era por el doloroso camino del recuerdo que su mente divagaba.
            –Tamao-chan... ¿Estarás en tu habitación? Quiero verte...
            Yaya pensó en Tamao, y se maldijo por su egoísmo, por quererla únicamente para...
            Espera un momento... no era solo eso... era algo mas... era algo mutuo... Tamao la escuchaba y la consolaba en momentos como ese, y cuando Tamao estaba en las mismas circunstancias, Yaya la consolaba, animándola o simplemente escuchándola y abrazándola mientras el llanto brotaba de sus ojos como si de manantial se tratase.
            –Definitivamente tengo que verte, Tamao-chan.

            Tamao caminaba del brazo con Nagisa, ya se le había olvidado lo que era ese sentimiento de seguridad que solo al lado de su amada sentía, por dios y como la amaba.
            Su olor, su piel, su cabello, la forma de su nariz, de sus ojos, el color de sus ojos... bueno, para no alargarnos demasiado, toda entera... como la amaba.
            Nagisa miraba los árboles, estaban reverdeciendo.
            –Nagisa-chan...
            –Tamao-chan...
            Las dos se miraron y se sonrieron por haber pedido la palabra al mismo tiempo.
            –Dime, Nagisa-chan.
            –¿Sabias que pronto Miatre abrirá el nuevo curso de Universidad?
            Tamao sintió que el corazón se le detenía...
            –Por lo visto no, –dijo Nagisa entusiasmada. –bueno, Shizuma me lo contó hace poco, ella y nuestras demás senpais se quedaran mas tiempo dependiendo de lo que dure su carrera, ¿No es grandioso Tamao?
            Tamao sintió como la voz de Nagisa poco a poco se iba alejando de si... como poco a poco se iba difuminando en un largo y eterno túnel...
            Sintió por primera vez que perdía su alma... que se le iba de las manos y solo le quedaba el vacío total... y lloró, lloró en su interior por haber perdido su alma, era lo único que le quedaba después de perder a Nagisa ante Shizuma, lo único que le quedaba ahora se le iba de las manos en un terrible torbellino de soledad.
            –Estoy muy feliz, Nagisa-chan, así podrás estar con Shizuma-sama mas tiempo... de verdad que estoy muy feliz por ti...

            Yaya caminó durante mucho tiempo, mas del que esperaba, mas del que pudiera imaginar para encontrar a Tamao... hasta que por fin la encontró, estaba sentada en una mesa alejada del bullicio del salón comedor, la comida que habían servido se enfriaba junto a ella.
            La pluma temblorosa de Tamao escribía con letra trémula, llenando línea tras línea, ensimismada, tan ensimismada que ni siquiera noto que Yaya se sentaba a su lado.
            Algunos minutos mas tarde, la pluma cayó al lado del cuaderno de notas de Tamao, la cual escondió su rostro entre sus manos temblorosas mientras leves jadeos brotaban de sus labios, lloraba.
            –Tamao-chan... –murmuró Yaya.
            Tamao levantó el rostro y por fin se dio cuenta de que Yaya estaba frente a ella, sonriéndole con ternura y tristeza a la vez, las pupilas le temblaban a manera de que Tamao se dio cuenta de que ella también estaba a punto de llorar.

            La puerta se cerró detrás de Tamao, el cuaderno de notas cayó al suelo, los pies de Yaya estaban frente a los de Tamao a escasos centímetros, ningún ruido en la habitación, salvo quizás el zumbido de alguna mosca, si acaso.
            A los pies de ambas primero cayó un saco color blanco, luego dos moños amarillos, después un vestido negro, luego una falda blanca, un prendedor de cabello para al final caer dos blusas blancas.
            La cama rechinó cuando dos sombras se dejaron caer sobre ella, los besos, las caricias, los abrazos largos e interminables y el calor...
            Palabras sobraban en ese instante, eran algo innecesario... los cuerpos hablaban su propio lenguaje creando la poesía mas sublime que cualquier idioma en el universo podría componer jamás.
            Las manos suaves de Tamao acariciaron la espalda desnuda de Yaya la cual, ruborizada cual botón de rosa acariciaba frenéticamente las caderas de Tamao.
            Al lado de la cama por fin, cayeron las últimas prendas que cubrían aquellos blancos cuerpos suaves y delicados, el cabello largo y azulino de Tamao formaba regueros de una obscura agua que se derramaba por los bordes de la cama, que impregnaba el cuerpo de aquella con quien compartía su soledad y aislamiento.
            Breves minutos de caricias, besos y abrazos después, Yaya estaba sobre el cuerpo de Tamao, aferrando con pasión y deleite las sabanas blancas de la cama de la habitación de ésta última, sus caderas al parecer habían adquirido voluntad propia y se balanceaban con fiereza y éxtasis sobre las de una azorada Tamao que observaba el ímpetu con el que su amante la mimaba.
            Fue entonces quizás cuando Tamao se dio cuenta de que posiblemente, no estaba sola... que sí tenía a alguien a su lado, y dio gracias de que fuera Yaya, una chica que sabía muy bien lo que ella había sufrido, pues lo habría vivido en carne propia.
            Los amorosos brazos de la chica de cabellos azulinos estrecharon con ternura el cuerpo bañado en sudor de aquella que con tan apasionado esfuerzo intentaba borrar de su alma el dolor que había presenciado en el comedor.
            –Gracias, Yaya-chan...
            Yaya se detuvo en seco, abrió los ojos y miró a Tamao quien debajo de su cuerpo le sonreía con ternura.
            Algunas traicioneras lágrimas danzaron en los ojos de Yaya quien se recostó sobre el cuerpo de Tamao para darle un suave y profundo beso.
            –Creo que me he cansado, Tamao, dame un respiro y terminaremos... –dijo Yaya apoyando su rostro enrojecido sobre los pechos de Tamao.
            –No hace falta, con esto me basta... me has hecho sentir especial... –dijo Tamao acariciándole el cabello mojado en sudor.
            –Pero es que yo quiero... hacerte sentir bien... –dijo Yaya.
            –Ya lo hiciste... gracias...
            Yaya levantó su rostro hacia el de Tamao y cerrando los ojos besó con dulzura a Tamao en los labios con delicadeza

            Shizuma caminaba por el bosquecillo que circundaba Astræa Hill, miraba los árboles, sus hojas, sus mil formas, y por primera vez, ante el viejo árbol que fuera mudo testigo de una entrega total de su parte, pudo sonreír una vez más...
            –Oh, destino, no me podías ser mas favorable... estoy aquí, con ella... y se han alargado las clases... universidad aquí... junto a ella... podremos seguir durmiendo bajo las mismas sabanas... podremos seguir siendo... lo que somos...
            –¿Y que son? –murmuró una voz.
            Shizuma se dio vuelta, una figura se acercó a ella, paso a paso, hasta que las sombras que proyectaban los árboles permitieron dejar ver la identidad de aquella sombra.
            –Miyuki...
            La aun presidenta del consejo estudiantil de Miatre, Miyuki Rokujou se acercó hacia la anterior Étoile... con paso lento.
            –Shizuma...
            Las dos se miraron largamente, en silencio, la sombra de un pájaro, fugaz, efímera como un respiro, o como el aliento calido en una ventana helada atravesó la distancia que las separaba.
            –Aun tendremos que aguantarnos un tiempo mas, ¿He? –dijo Miyuki.
            –Aún... –repuso Shizuma.
            –Me alegra que vuelvas a sonreír como antes...
            –Es por ella... pero no solo por ella... durante este ultimo año me he dado cuenta de muchas cosas a mi alrededor que no notaba...
            –¿Qué cosas?
            –Que la otra razón mas importante para mi, eres tu...
            Shizuma se acercó hacia Miyuki.
            –Por favor, Shizuma, no juegues mas... algún día terminaré creyéndote... y no quiero...
            –Créeme, Miyuki... a ti también te amo...
            –Pero... ¿Qué hay de Nagisa-chan?
            –No porque el sol brille para una persona no signifique que brille menos para las demás, ¿No te parece?
            –Me parece que esto seria engañar a la pobre niña... Shizuma, te adora...
            –Y yo a ella... pero... ¿Cómo puedo contenerme? He estado contigo hace tanto... y apenas noté tu presencia... tu, mi ángel, mi todo...
            Las mejillas de Miyuki se ruborizaron mientras las manos de Shizuma la tomaban por el mentón, sus rostros comenzaron a acercarse.
            –Shizuma... detente... por... por favor...
            Quizás fue en ese entonces cuando por fin Miyuki Rokujou se dio cuenta de que Shizuma Hanazono causaba en ella el mismo efecto que en las demás muchachitas de recién ingreso, se petrificaban ante la mirada de aquella deidad majestuosa... se quedaban extasiadas, perdidas en aquellos maravillosos ojos color oro.
            Una bofetada resonó en aquel silencio, Miyuki se había apartado algunos pasos de Shizuma después de soltarse...
            –Idiota, no seré yo quien arruine la felicidad de esa pobre chica, si tu así lo deseas, bien por ti, pero no cuentes conmigo... ¿Lo oyes? No cuentes conmigo...
            Una sonrisa burlona se posó en los labios de Shizuma, su mejilla izquierda estaba enrojecida debido a la bofetada de Miyuki.
            –Esta noche... iré a visitarte... deja la puerta abierta... no tocaré... ponte algo sexy... ya sabes... algo con encajes, algo con muchos encajes... arréglate como solo tu sabes hacerlo... y espérame... a las dos de la mañana...
            Un furioso rubor cubrió las mejillas de Miyuki, sus ojos se abrieron enormes, descompuestos, y el silencio se volvió a romper con dos nuevos reveses casi seguidos.
            –Agradece que somos amigas o sino te acusaría de acoso...
            Shizuma aun tenía la voluntad de sonreír aunque sus dos mejillas estaban muy enrojecidas.
            –A las dos... –murmuró Shizuma dándose vuelta y echándose a andar.

            Un golpe resonó en la puerta de Tamao, ella y Yaya dormitaban sobre la cama, sus cuerpos suaves se apretaban en un dulce abrazo interrumpido por los impertinentes golpes.
            –Tamao-chan... –resonó en el exterior.
            Yaya y Tamao salieron de su sopor casi de golpe y, sorprendidas, aguardaban.
            –Tamao-chan... soy yo... Hikari...
            Yaya sintió que su cara se puso de todos los colores al escuchar la voz.
            –Vine para que tomáramos el té...
            –Ah, Hikari-chan... ¿Podrías esperar un poco en lo que me pongo presentable? –dijo Tamao.
            –Claro, ¿No se te habría olvidado que iba a venir?
            Tamao se dio un golpe en la frente con la palma de su mano con coraje contra si misma mientras recordaba la conversación del día anterior.
            –No, por supuesto que no...
            Yaya no sabia que hacer, se levantó de golpe, recogió su ropa y se encerró en un armario aguardando a la espera.
            Tamao se levantó se arregló en un dos por tres el uniforme, medio arregló la cama y se peinó también a medias por las prisas.
            La puerta se abrió para dejar ver a una sonriente Hikari.
            –Pasa, Hikari-chan. Por favor disculpa mi descortesía de hacerte esperar.
            –No hay problema, espero no llegar en mal momento...
            Tamao pensó que no llegaba en mal momento, llegaba en el peor...
            –No, esta bien... ¿Quieres entonces que prepare té?
            –Me agradaría... eres la mejor en eso...
            Yaya dentro del armario se debatía por obtener espacio entre todas las cosas que tenia Tamao, algo en particular tocaba sus pies desnudos y varias cosas prácticamente la martirizaban, así, desnuda, sujetando su ropa con ambas manos y en medio de sabrá dios que tantos trastos se dio cuenta de lo cómico de su situación.
            –Estoy segura de que algún día me reiré mucho de ésta situación, pero hoy no, definitivamente. –pensó Yaya.
            Ese cajón, ese bendito cajón le estaba torturando los pies, se agachó para moverlo, en si no era un cajón como tal, quizás una caja de madera cerrada, ¿Qué contendrá? La mente de Yaya se intentaba distraer con alguna cosa, no quería imaginar que Afuera, estaban Hikari y Tamao y que ella estaba allí, en el armario.
            –No creo que a Tamao-chan le moleste si echo un pequeño vistazo. –pensó Yaya intentando restar importancia al exterior.
            La caja se abrió, dentro había un objeto largo, como de unos sesenta centímetros de largo, Yaya de inmediato supo que era un elegante bastón a pesar de que muy escasa luz entraba por algunas rendijas, la empuñadora de hierro con forma de una garra sujetando una piedra, vaya, a Tamao si que le agradaban los objetos curiosos.
            –Es hermoso, pero, ¿Para que lo guardara Tamao-chan aquí? Nunca lo ha sacado, nunca lo había mencionado, es más, hasta hoy me entero de que Tamao-chan tenía en su poder un bastón como éste...
            Tamao servía té en dos tazas, una frente a la otra en una mesita de centro, Hikari notó que las manos le temblaban levemente mientras servía.
            –Tamao-chan... ¿Te sientes bien?
            –Si... ¿Por qué no habría de estar bien?
            –Es que te noto rara...
            –¿Cómo rara?
            El corazón de Tamao comenzó a latir con mas y mas fuerza, algo definitivamente no iba bien... ¿Por qué demonios había quedado con Hikari?
            –Bueno, supongo que quizás son mis nervios, no he dormido muy bien últimamente... –dijo Tamao sonriéndole afectadamente a Hikari.
            –Debe ser estrés, pero, ni siquiera estamos en exámenes...
            –Ah, yo y mis cosas, ya se me pasará... solo necesito un poco de descanso...
            –Entonces supongo que deberías descansar hoy, lamento haber venido, me voy a dar la vuelta... –dijo Hikari comprensivamente.
            –Espera, no hace falta que te vayas...
            –Es que es cierto, Tamao-chan, necesitas descansar, volveré mejor mañana por la mañana, espero que te encuentres mejor.
            –Bueno, por lo menos tomate el té... –dijo Tamao sonriendo.
            Hikari asintió, tomó su lugar y comenzó a beberse el contenido de la taza tan hermosamente diseñada con detalles dorados.
            Algunos minutos más tarde, Hikari se despidió de Tamao quien tras cerrar la puerta suspiró hondamente, Yaya salio del armario ya medio vestida, algo pálida pero aliviada.
            –Cerca, ¿No? –preguntó Tamao.
            –Yo diría más que eso...
            –Bueno, después de un antecedente así, creo que por hoy deberíamos decirnos Buenas Noches.
            –Tienes razón. Tamao, pasa buenas noches... –dijo Yaya terminando de vestirse.

            Shizuma estaba en su cama recostada, mirando la puerta, esperando que en cualquier momento apareciera Miyuki vistiendo el elegante corsé y conjunto azul que tanto le gustaba, ensoñaciones un tanto ebrias quizás.
            Pero las ensoñaciones son producidas por fantasmas etéreos que nos susurran al oído lo que podría ser o no ser, como en la tragedia de Hamlet.
            Su pensamiento volaba con mil fantasías, mil maneras de poseer aquella a quien deseaba ahora, ¿Un capricho? No, o quizás tal vez si... ¿Quién podría saberlo?
            Su naturaleza tan voluble se convertía en algo imposible de soportar por alguien como Miyuki, muchas veces en el pasado intentó seducirla, pero Miyuki magistralmente sabia alejarse, sabia sonreírle y cortésmente alejarse de ella con un comentario tan ingenioso e hiriente.
            –Shizuma, me lastimarías... –decía Miyuki enfatizando su comentario con una sonrisa.
            –Tonta... –murmuró Shizuma. –Eres muy tonta, pero así y todo estarás conmigo...

            El rostro de Tamao brilló en la noche, sus ojos se abrieron, sus pupilas se dilataron, algo estaba ocurriendo... algo nuevo... la sensación de cosquilleo en la lengua primero, luego el enrojecimiento de los ojos, el entumecimiento progresivo de la lengua, la percepción temblorosa, el mundo en llamas, la visión no fue grata.
            Su cuerpo se sentía liviano, sus dedos bailaban fantasmagóricos y sutiles... etéreos y errantes a través del espacio en su cuarto, su cara, brillante, fragante, sin saber si un dulce olor amargo que flotaba mágico y palpable y era su sudor y el de Yaya fundidos en uno solo en su cuerpo o solo la sensación de embriaguez que comenzaba a agarrarla por fuerza de los cabellos como una arpía que, empuñando en la otra mano un hacha certera aguardara el momento propicio para asestarle un fuerte golpe a su cuello y cercenarle la fuente de su razón, su cabeza.
            –Acéfalo... –murmuró Tamao.
            Y ante su vista aparecieron vastos universos... planetas girando, pariendo imágenes estelares... en la negrura infinita del cosmos.
            Y una figura ante ella.
            Una figura trémula.
            Vacilante.
            Casi monstruosa.
            –Hola, Tamao Suzumi. –murmuró la forma, el bulto o la cosa que estaba frente a ella.
            –¿Quién eres?
            –Yo soy tu, y tu eres yo... –murmuró la forma.
            –Explícate...
            –Soy todos tus deseos reprimidos, soy tu sed de sangre, soy la imagen perversa de ti, pero así y todo sigo siendo tu... ¿Lo entiendes?
            –No...
            –Me sorprendes, pensé que sabrías distinguirme cuando llegara, no temas, no te haré daño, no a ti... pero las demás que se cuiden...
            –¿Las demás?
            –Si, todas y cada una de aquellas que te han lastimado, que te han hecho sufrir, haré que paguen caro el habernos lastimado...
            –Pero yo no quiero vengarme...
            –Lo quieres... lo quieres en lo mas hondo de tu corazón, sino ¿Por qué existo?
            –Déjame...
            –No, tu me conjuraste, ahora afronta las consecuencias, además, te prometo que será divertido, piensa, podrás cometer todos los actos terribles que quieras, puesto que tu cara no será la culpable, será la mía... ¿Entiendes? Con mi imagen y con mi persona puedes hacer y deshacer lo que tú quieras... el placer será solo tuyo y mío... The Dark noon is now there, my sweet lady... in hands of Hyde…
            Tamao cerró los ojos, su mente estaba confusa, la imagen se acercaba a ella de manera tentadora y sensual, era parecida a su misma persona en muchos aspectos, los mismos cabellos, aunque los de su contraparte parecían mas obscuros, casi negros... los ojos denotaban una fiereza, odio y lujuria casi infinitos, su apariencia entera era abominable...
            Al primer golpe Tamao no supo comprender bien qué demonios ocurría, qué era lo que esa sombra le inspiraba. Pero después lo intuyó hasta hacerlo una certeza, era repulsión, su contraparte le causaba una repulsión terrible, tanto mas que dicha imagen era la suya, pero retorcida.
            Los ojos aparte de la fiereza, odio y lujuria estaban por demás decir que no eran los suyos, en absoluto. Parecían los de un demonio recién escapado del infierno.
            –Si, nena, del infierno que viene... ven aquí... deja que cubra tus miedos con mi euforia y que mi rabia ocupe el lugar de tu tristeza... te dejaré ver...
            Tamao cerró sus ojos, las imágenes de Shizuma y Nagisa haciendo el amor eternamente ante ella la abrumaron, aquella desgraciada imagen era mas de lo que podía soportar, el dolor era tan grande como los gritos de placer de Nagisa.
            Una sonrisa de satisfacción y lujuria eternas marcadas en los labios de Shizuma quien copulaba con calma, con ganas, sabiéndose poseedora de todo aquel terreno conquistado, copulando con lentitud y victoria a  Nagisa, ¡A su Nagisa!
            Y Nagisa solo sonreía, jadeaba, gemía, gritaba y pedía más...
            Dios, como quiso arrancarle esa sonrisa de los labios a punta de golpes si era necesario, y a Shizuma... a Shizuma...
            –A ella la mataré lenta y metódicamente... como estaba jodiendo a esa perrita de Nagisa-chan... esto será glorioso... –murmuraron los labios de Tamao, sus ojos fieros y su piel recién nacida miraron en torno, ya no era el lugar lóbrego, estaba en Strawberry...
            –Bien... estoy... AFUERA!!!


Continuará

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